jueves, 26 de junio de 2008

ya sé que no es así pero el relato ha vuelto a mí.....lo voy a sacar fuera de la familia....temblad, costureras

REGLAS

1. Cada persona continuará la historia escribiendo DOS FRASES. Delante de ellas pondrá entre paréntesis su número de turno (el siguiente al último que vea). Es decir, se copia toda la historia, primero las reglas y luego las frases (con los números) de los demás, luego se pone el nuevo número de turno y luego las dos frases.

2. Después, se nomina a otras dos personas.

3. No se puede nominar a la persona que te nominó ni a una a la que nominaras en un turno anterior (si lo tuviste).4. El blogger que escriba el turno 50 terminará la historia y la mandará al email leinad19xico@hotmail.com



LA HISTORIA(1) Era impensable, no me lo podía creer, mi mente daba vueltas una y otra vez y no conseguía ser consciente de lo que había pasado, ya no había vuelta atrás, era todo tan confuso. Miré durante unos instantes el martillo ensangrentado, lo envolví en un paño que encontré en el primer cajón de la cómoda y lo escondí en el fondo del armario.(2) A los tres minutos me encontraba en la calle, necesitaba airearme, pensar... En aquellos momentos mi mente aún no estaba preparada para ello...(3) El aire gélido de la mañana cortaba mi rostro como un cuchillo acerado, aún sentía en mi pecho el ritmo acelerado de mi corazón sobresaltado por los espeluznantes hechos que había, en fracciones de segundo, vivido... Aún no podía explicarme cómo demonios había llegado el martillo hasta mis manos y por qué reaccioné de la forma tan brutal como lo hice...(4) Sólo sé que había acabado todo, que era el fin de mi tortura y el comienzo de una vida mejor. Por primera vez, me sentí libre.(5) Había logrado lo que estaba deseando hace mucho tiempo. ¿O realmente yo no lo había deseado nunca?(6) Solamente las circunstancias me habían hecho llegar a aquel extremo en el que me encontraba. No, seguro que detrás de todo aquello había una fuerza misteriosa que me apoyaba.(7) La pregunta era: ¿Por qué? Sacudí la cabeza. No me debía engañar por mas tiempo, no, yo ya sé mi verdad, pero al estar dormitando tantos segundos de mi vida me va a costar desperezarla. (8) Tal vez, la bruja de mi suegra no merecía brecha de tales dimensiones en su cráneo. Sin embargo, por una vez, creía haber hecho lo correcto.(9) Por otra parte, si yo no la hubiese atacado a ella quizás ahora sería yo la víctima. Porque a decir verdad la relación con mi suegra siempre había sido de amor-odio.(10) Pero ya había pasado todo y no era hora de pensar en "si hubiera sido de otra forma". Ahora tenía que explicarle a mi pequeña hija Andrea que ya no vería más a su malvada y querida abuelita.(11) Sentí un ruido lejano, parecían las agujas de un reloj y esto hizo que me sobresaltara. Estaba un poco aturdida, ¿se trataba sólo de un mal sueño?(12) Me dirigí al último cajón donde creía haberlo guardado y toqué algo frío y húmedo. Algo extrañamente húmedo en un cajón.(13) Retiré la mano instantáneamente, me asusté, aquel objeto no me resultaba familiar, pero la duda me carcomía por dentro. La eterna lucha entre la curiosidad y la prudencia, pues yo, en el fondo, sabía que debería cerrar ese cajón para siempre y olvidarme de lo que había tocado, pero no fui capaz de resistirme y volví a introducir temblorosamente la mano.(14) Mientras cientos de instantes paseaban fugazmente por mi cabeza, pensé que lo tenía todo embrollado, estaba perdida. Me había metido en un montón de negocios insensatos en lugar de pensarlos despacio y con método.(15) Las facturas de los gastos de mi propia casa y de mis aventuras en el juego se acumulaban hasta el infinito... Suspiré y me dispuse a esconder todos los rastros de mi acto.(16) He de limpiarlo todo antes de que lleguen mi marido y mi hijo. Arrastré el cadáver hacia la bañera de la planta de abajo.(17) Una sonrisa fugaz asomó en mi rostro cuando pensé que, a pesar de que tenía a mi suegra por una cabeza dura, su craneo se rompió con bastante facilidad. Supongo que casi cualquier cosa se rompería con facilidad con un martillo de acero tan pesado.(18) La vieja bruja hacía un ruido peculiar al ser arrastrada por el suelo, ni siquiera notaba su peso muerto, a decir verdad, una vez muerta, mi suegra tenía el peso de un pajarillo. Era algo casi tierno, si no hubiera sido por la masa sanguinolenta que era una parte de su cráneo, su cara era la de una amable anciana que hace pasteles para sus nietos y se reúne para jugar al bridge con sus amigas los viernes por la tarde, cada una cometiendo la locura de beberse una copita de jerez.(19) Mi suegra no jugaba al bridge, es más, tenía dudas de que hubiese jugado alguna vez a algo, que hubiese sido una niña alguna vez, inocente y sin tanto rencor por dentro. Siempre recordaría aquel gesto duro, severo y aquellos comentarios mordaces pero revestidos de azúcar; aquellas miradas condescendientes.(20) Su sonrisa... su sonrisa llevaba al mismísimo demonio dentro. Desde luego, mi marido nunca supo nada de mi angustia, de mi rabia al ver que su madre me despreciaba, que me consideraba una aprovechada que no valía ni para limpiarle los zapatos a su hijo.(21) Aún recuerdo el día de mi boda, con mi madre, mis hermanas y mis primas revoloteando alrededor de mi cuarto y en el que habría de cambiarme. Mi suegra estuvo diligente con todas ellas, les sirvió deliciosos pastelillos entre sonrisas y comentarios cómplices.(22) Pero mi tocado no aparecía. Mi hermana iba a ser la encargada de peinarme y me había regalado un tocado muy bonito, nada extravagante, algo sencillo.(23) Recuerdo cómo mi suegra aplaudió la ocurrencia de no contratar una peluquera, recuerdo el "qué encantador". El tocado no apareció aquel día, suerte que compramos otro igual gracias a mi paranoia y cuando metí la mano en aquel cajón... lo encontré, intacto, un poco amarillento, pero con la etiqueta puesta aún.(24) Como una burla desde el más allá. Apretaba el tocado con mis manos ensangrentadas, me daban ganas de coger aquel martillo y destrozar cada uno de los huesos, y la carne... pero habría que limpiar más y suficiente trabajo en vida había dado aquella dichosa mujer.(25) Gracias a Dios, mi marido era un tipo que se tragaba todas las series de policías del universo, solo necesitaba lejía para la sangre, su asquerosa y maldita sangre, tan espesa y pegajosa como ella lo fue en vida. Y sosa, mucha sosa, con sosa y agua su cuerpo se desharía en horas, lo que pasa es que era más difícil lo de la sosa, porque es imposible retener a mi familia de no entrar en el baño...(26) Lo de eliminar la sangre era sencillo, lo de eliminar su cuerpo era más complejo. Ni muerta me iba a dejar vivir.(27) Pasada una hora parecía que no había ocurrido nada, todo rastro de sangre que pudiera haber dejado esa bruja me había encargado de hacerlo desaparecer, pero seguía sin saber qué hacer con su cuerpo. De repente recordé cuántas veces nos había hablado de aquella casita que había heredado en su pueblo y a la cual nunca quiso llevarnos pues "estaba muy lejos".(28) Yo sabía perfectamente que era una vil excusa pero Carlos nunca admitió que tuviera razón, y si su madre decía que era una paliza llegar allí, por más que estuviera solo a poco menos de hora y media de la ciudad, ni siquiera insinuaba que él creía lo mismo que yo. Sin más dilación me puse en movimiento, y al cabo de un rato me encontraba al volante de nuestro coche camino del pueblo y su casa, con ella envuelta en bolsas de plástico en el maletero, una pala y a su lado la sosa que me ayudaría a sacarla de nuestras vidas para siempre.(29) Mas, ¡qué juguetón el destino!, me tenía reservada una sorpresa. No bien hube enfilado la carretera que me sacaría de este embrollo, acaso tan excitada por los sucesos recientes que no presté atención al pie derecho, unas sirenas llegaron a mis oídos, la luz roja y azul en mi retrovisor, la voz que me da el alto: la policía.(30)A través del retrovisor, observaba con angustia el paso firme del agente que se acercaba al coche con una mano puesta en su cinturón, junto al arma. Me pidió que saliera del vehículo y en ese momento me sentí como el personaje de Javier Bardem en No es país para viejos: tenía muchas ganas de hacer desaparecer al policía.(31) Pero me reprimí. Salí del coche con la ansiedad mordisqueando sañuda los pliegues de mi estómago. Alcé la vista, le miré a la cara y contuve el vómito. No podía ser él. Era imposible.(32) Me soníó al instante. En su gesto no había incicios de sospecha, sólo había sorpresa y alegría por verme después de tantos años.(33) Vaya sorpresa, dijo, nunca pude imaginar que las casualidades llegasen a confabularse tan oportunamente, fijate que he tenido que sustituir a uno de mis compañeros, enfermo, y he visto que tu coche lleva el maletero mal cerrado al circular detrás de ti. Me quedé helada... hacía veinticinco años que no nos veíamos, desde el día antes de mi boda, en que decidí casarme con el ferretero, en lugar de con el policía... hubiera podido liquidar a mi suegra de un disparo, en lugar de a martillazos... porque las suegras son todas iguales...(34) Mi cabeza se partía pensando esto mientras saludaba a mi amigo e intentaba inventar una excusa para que no se acercara al maletero. Ya se encaminaba a la parte trasera de mi vehículo cuando sonó la radio de su coche patrulla y su compañero le hizo señales para que se acercara. (35) Mi mano temblaba al encender el cigarrillo, no veía el momento para continuar el viaje. Al terminar la comunicación en su coche comentó algo con su compañero y me miró largamente.





Mis nominados en este caso son "agujita esperanza" y una de mis costureras preferidas, María, a la que le hace mucha ilusión participar en la elaboración de este relato.
Mi amiga la sevillana no contesta, debe estar de exámenes o con otra ocupación

3 comentarios:

Esperanza Lopez dijo...

¡¡vaya¡¡ eso me pasa por hablar.... tendré que estrujarme las neuronas

Concha dijo...

Me parece una ideal genial!!!, y seguiré la historia a ver como termina.
Espero que se organicen más de estos y algún día me toque participar.
Un saludo!

Anónimo dijo...

Hola Pilar:
Me parece que la historia por esta parte se está volviendo intrigante al máximo. Esto de no saber qué va a pasar hasta el relato 50 me deja de los nervios.
Un saludo.