martes, 4 de marzo de 2008

Hace tiempo que no escribo.
Qué sorprendente es esto de que lo que tú haces pueda ser visto o leído no sólo por gente que te conoce y te quiere, sino por paseantes de la red que ven tus palabras sin el abrigo de tu sonrisa, de tus ideas, de tu calor, y que interpretan en ellas mensajes que no han pasado por tu mente, que están lejos de tí.
Eso me ha pasado en el último post. Yo que soy una defensora a ultranza de la educación obligatoria y gratuita hasta como mínimo los 16, hasta el punto que me resisto a poner partes de expulsión de clase para no robar a los-as alumnos-as su derecho a aprender, he sido interpretada justo en el sentido contrario por mi afirmación de que no todos los alumnos deben estar hasta los 16 haciendo lo mismo.
Las personas no somos rosquillas hechas con un molde, todas iguales. Lo deseable es que de nuestras aulas salgan personas preparadas, unas para ir a la universidad, otras para ir a un módulo, otras para afrontar una vida laboral. Es necesario que el sistema educativo se mueva en orden a cubrir las distintas demandas de los-as estudiantes y que lo haga dando un aprendizaje digno a todos los niveles.
Hay que dar dignidad a la diversidad que hay en nuestras aulas

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